LA SANTA BIBLIA,
EL ANTIGUO TESTAMENTO
VERSIÓN DE CASIODORO DE
REINA (1569), REVISADA POR CIPRIANO DE VALERA (1602), OTRAS
REVISIONES: 1862, 1909 Y 1960
NEHEMÍAS
Capítulo 1
Oración de Nehemías sobre Jerusalén
1:1 Palabras de Nehemías
hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de
Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del
reino,
1:2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les
pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la
cautividad, y por Jerusalén.
1:3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la
provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus
puertas quemadas a fuego.
1:4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y
ayuné y oré delante del Dios de los cielos.
1:5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible,
que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus
mandamientos;
1:6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu
siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus
siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
1:7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos
guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.
1:8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si
vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos;
1:9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis
por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de
allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi
nombre.
1:10 Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran
poder, y con tu mano poderosa.
1:11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo,
y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede
ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Capítulo 2
Artajerjes envía a Nehemías a Jerusalén
2:1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte
del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de
él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había
estado antes triste en su presencia,
2:2 me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues
no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces
temí en gran manera.
2:3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará
triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está
desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?
2:4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos,
2:5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de
ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la
reedificaré.
2:6 Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a
él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al
rey enviarme, después que yo le señalé tiempo.
2:7 Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los
gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que
llegue a Judá;
2:8 y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para
enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la
casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la
benéfica mano de mi Dios sobre mí.
2:9 Vine luego a los gobernadores del otro lado del
río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo.
2:10 Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo
amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de
los hijos de Israel.
Nehemías anima al pueblo a reedificar los muros
2:11 Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días,
2:12 me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a
hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba.
2:13 Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la
fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén
que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego.
2:14 Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del
Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba.
2:15 Y subí de noche por el torrente y observé el
muro, y di la vuelta y entré por la puerta del Valle, y me volví.
2:16 Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni
qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y
sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra.
2:17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está
desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro
de Jerusalén, y no estemos más en oprobio.
2:18 Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido
buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y
dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos
para bien.
2:19 Pero cuanto lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem
el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es
esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?
2:20 Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y
nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis
parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.
Capítulo 3
Reparto del trabajo de reedificación
3:1 Entonces se levantó el sumo sacerdote
Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea,
y edificaron hasta la torre de Hananeel.
3:2 Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y
luego edificó Zacur hijo de Imri.
3:3 Los hijos de Senaa edificaron la puerta del
Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y
sus cerrojos.
3:4 Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo
de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de
Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de
Baana.
3:5 E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero
sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor.
3:6 La puerta Vieja fue restaurada por Joiada hijo de Paseah
y Mesulam hijo de Besodías; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con
sus cerraduras y cerrojos.
3:7 Junto a ellos restauró Melatías gabaonita y Jadón meronotita, varones de
Gabaón y de Mizpa, que estaban bajo el dominio del
gobernador del otro lado del río.
3:8 Junto a ellos restauró Uziel hijo de Harhaía, de los plateros; junto al
cual restauró también Hananías, hijo de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén hasta el muro ancho.
3:9 Junto a ellos restauró también Refaías hijo de
Hur, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén.
3:10 Asimismo restauró junto a ellos, y frente a su
casa, Jedaías hijo de Harumaf; y junto a él restauró Hatús hijo de Hasabnías.
3:11 Malquías hijo de Harim y Hasub hijo de Pahat-moab
restauraron otro tramo, y la torre de los Hornos.
3:12 Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes,
gobernador de la mitad de la región de Jerusalén, él con sus hijas.
3:13 La puerta del Valle la restauró Hanún con los
moradores de Zanoa; ellos la reedificaron, y levantaron sus puertas, con sus
cerraduras y sus cerrojos, y mil codos del muro, hasta la puerta del Muladar.
3:14 Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo de
Recab, gobernador de la provincia de Bet-haquerem; él la reedificó, y levantó
sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos.
3:15 Salum hijo de Colhoze, gobernador de la región de Mizpa, restauró la
puerta de la Fuente; él la reedificó, la enmaderó y levantó sus puertas, sus
cerraduras y sus cerrojos, y el muro del estanque de Siloé hacia el huerto del
rey, y hasta las gradas que descienden de la ciudad de David.
3:16 Después de él restauró Nehemías hijo de Azbuc,
gobernador de la mitad de la región de Bet-sur, hasta delante de los sepulcros
de David, y hasta el estanque labrado, y hasta la casa de los Valientes.
3:17 Tras él restauraron los levitas; Rehum hijo de Bani, y junto a él restauró Hasabías, gobernador de la mitad de la región
de Keila, por su región.
3:18 Después de él restauraron sus hermanos, Bavai hijo de
Henadad, gobernador de la mitad de la región de Keila.
3:19 Junto a él restauró Ezer hijo de Jesúa,
gobernador de Mizpa, otro tramo frente a la subida de la armería de la esquina.
3:20 Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor
restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib
sumo sacerdote.
3:21 Tras él restauró Meremot hijo de Urías hijo de Cos otro
tramo, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de
Eliasib.
3:22 Después de él restauraron los sacerdotes, los varones de
la llanura.
3:23 Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub, frente a
su casa; y después de éstos restauró Azarías hijo de Maasías, hijo de Ananías,
cerca de su casa.
3:24 Después de él restauró Binúi hijo de Henadad otro tramo, desde la casa de
Azarías hasta el ángulo entrante del muro, y hasta la
esquina.
3:25 Palal hijo de Uzai, enfrente de la esquina y la torre alta
que sale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel. Después de él, Pedaías hijo de Faros.
3:26 Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel
restauraron hasta enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre que
sobresalía.
3:27 Después de ellos restauraron los tecoítas otro tramo,
enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de Ofel.
3:28 Desde la puerta de los Caballos restauraron los
sacerdotes, cada uno enfrente de su casa.
3:29 Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer, enfrente
de su casa; y después de él restauró Semaías hijo de Secanías, guarda de la
puerta Oriental.
3:30 Tras él, Hananías hijo de Selemías y Hanún hijo sexto de
Salaf restauraron otro tramo. Después de ellos
restauró Mesulam hijo de Berequías, enfrente de su cámara.
3:31 Después de él restauró Malquías hijo del platero,
hasta la casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, enfrente de
la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina.
3:32 Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas,
restauraron los plateros y los comerciantes.
Capítulo 4
Precauciones contra los enemigos
4:1 Cuando oyó Sanbalat
que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e
hizo escarnio de los judíos.
4:2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de
Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un
día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las
piedras que fueron quemadas?
4:3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.
4:4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio,
y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la
tierra de su cautiverio.
4:5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado
delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban.
4:6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue
terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para
trabajar.
4:7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y
los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los
portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho;
4:8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a
Jerusalén y hacerle daño.
4:9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos
pusimos guarda contra ellos de día y de noche.
4:10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han
debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.
4:11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean,
hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.
4:12 Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos
decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán
sobre vosotros.
4:13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás
del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus
espadas, con sus lanzas y con sus arcos.
4:14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al
resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos
del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos
y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
4:15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos
entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos
al muro, cada uno a su tarea.
4:16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la
obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos
estaban los jefes de toda la casa de Judá.
4:17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con
una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.
4:18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada
ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto
a mí.
4:19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto
del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el
muro, lejos unos de otros.
4:20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta,
reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.
4:21 Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas
desde la subida del alba hasta que salían las
estrellas.
4:22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro
de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra.
4:23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la
gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se
desnudaba solamente para bañarse.
Capítulo 5
Abolición de la usura
5:1 Entonces hubo gran clamor del
pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos.
5:2 Había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos;
por tanto, hemos pedido prestado grano para comer y vivir.
5:3 Y había quienes decían: Hemos empeñado nuestras tierras, nuestras viñas y
nuestras casas, para comprar grano, a causa del
hambre.
5:4 Y había quienes decían: Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas.
5:5 Ahora bien, nuestra carne es como la carne de
nuestros hermanos, nuestros hijos como sus hijos; y he aquí que nosotros dimos
nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras hijas lo
están ya, y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque nuestras tierras y
nuestras viñas son de otros.
5:6 Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas
palabras.
5:7 Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los oficiales, y les dije:
¿Exigís interés cada uno a vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran
asamblea,
5:8 y les dije: Nosotros según nuestras posibilidades rescatamos a nuestros
hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones; ¿y vosotros vendéis
aun a vuestros hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y
callaron, pues no tuvieron qué responder.
5:9 Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el
temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones enemigas nuestras?
5:10 También yo y mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y grano;
quitémosles ahora este gravamen.
5:11 Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus
casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del
vino y del aceite, que demandáis de ellos como interés.
5:12 Y dijeron: Lo devolveremos, y nada les demandaremos; haremos así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes, y les
hice jurar que harían conforme a esto.
5:13 Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su
trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y
respondió toda la congregación: ¡Amén! y alabaron a
Jehová. Y el pueblo hizo conforme a esto.
5:14 También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en
la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes
hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del
gobernador.
5:15 Pero los primeros gobernadores que fueron antes de mí abrumaron al pueblo,
y tomaron de ellos por el pan y por el vino más de cuarenta siclos de plata, y
aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero yo no hice así, a causa del
temor de Dios.
5:16 También en la obra de este muro restauré mi
parte, y no compramos heredad; y todos mis criados juntos estaban allí en la
obra.
5:17 Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que
venían de las naciones que había alrededor de nosotros, estaban a mi mesa.
5:18 Y lo que se preparaba para cada día era un buey y
seis ovejas escogidas; también eran preparadas para mí aves, y cada diez días
vino en toda abundancia; y con todo esto nunca requerí el pan del gobernador,
porque la servidumbre de este pueblo era grave.
5:19 Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo.
Capítulo 6
Maquinaciones de los adversarios
6:1 Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el
árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que
no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas
en las puertas),
6:2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de las
aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado
hacerme mal.
6:3 Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir;
porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.
6:4 Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y
yo les respondí de la misma manera.
6:5 Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir lo mismo por quinta vez,
con una carta abierta en su mano,
6:6 en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice,
que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con
la mira, según estas palabras, de ser tú su rey;
6:7 y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en Jerusalén,
diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y Ahora serán oídas del
rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos.
6:8 Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como
dices, sino que de tu corazón tú lo inventas.
6:9 Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de
ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios,
fortalece tú mis manos.
6:10 Vine luego a casa de Semaías hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, porque él
estaba encerrado; el cual me dijo: Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen
para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte.
6:11 Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y
quién, que fuera como yo, entraría al templo para
salvarse la vida? No entraré.
6:12 Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba
aquella profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado.
6:13 Porque fue sobornado para hacerme temer así, y que pecase, y les sirviera
de mal nombre con que fuera yo infamado.
6:14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a
estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías profetisa, y de los
otros profetas que procuraban infundirme miedo.
6:15 Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del
mes de Elul, en cincuenta y dos días.
6:16 Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron
todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron
humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.
6:17 Asimismo en aquellos días iban muchas cartas de los principales de Judá a
Tobías, y las de Tobías venían a ellos.
6:18 Porque muchos en Judá se habían conjurado con él, porque
era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo había tomado por mujer a
la hija de Mesulam hijo de Berequías.
6:19 También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis palabras. Y enviaba Tobías cartas para
atemorizarme.
Capítulo 7
Nehemías designa dirigentes
7:1 Luego que el muro fue edificado, y colocadas
las puertas, y fueron señalados porteros y cantores y levitas,
7:2 mandé a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe de la fortaleza de Jerusalén
(porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos);
7:3 y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol;
y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y
señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno
delante de su casa.
7:4 Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y no había casas reedificadas.
Los que volvieron con Zorobabel
7:5 Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al
pueblo, para que fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de
la genealogía de los que habían subido antes, y encontré en él escrito así:
7:6 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de los que
llevó cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a
Judá, cada uno a su ciudad,
7:7 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías,
Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai, Nehum y Baana. El número de los
varones del pueblo de Israel:
7:8 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos.
7:9 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos.
7:10 Los hijos de Ara, seiscientos cincuenta y dos.
7:11 Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de
Joab, dos mil ochocientos dieciocho.
7:12 Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro.
7:13 Los hijos de Zatu, ochocientos cuarenta y cinco.
7:14 Los hijos de Zacai, setecientos sesenta.
7:15 Los hijos de Binúi, seiscientos cuarenta y ocho.
7:16 Los hijos de Bebai, seiscientos veintiocho.
7:17 Los hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós.
7:18 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y siete.
7:19 Los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete.
7:20 Los hijos de Adín, seiscientos cincuenta y cinco.
7:21 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho.
7:22 Los hijos de Hasum, trescientos veintiocho.
7:23 Los hijos de Bezai, trescientos veinticuatro.
7:24 Los hijos de Harif, ciento doce.
7:25 Los hijos de Gabaón, noventa y cinco.
7:26 Los varones de Belén y de Netofa, ciento ochenta y ocho.
7:27 Los varones de Anatot, ciento veintiocho.
7:28 Los varones de Bet-azmavet, cuarenta y dos.
7:29 Los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot,
setecientos cuarenta y tres.
7:30 Los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno.
7:31 Los varones de Micmas, ciento veintidós.
7:32 Los varones de Bet-el y de Hai, ciento veintitrés.
7:33 Los varones del otro Nebo, cincuenta y dos.
7:34 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta
y cuatro.
7:35 Los hijos de Harim, trescientos veinte.
7:36 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco.
7:37 Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veintiuno.
7:38 Los hijos de Senaa, tres mil novecientos treinta.
7:39 Sacerdotes: los hijos de Jedaía, de la casa de Jesúa, novecientos setenta
y tres.
7:40 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos.
7:41 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete.
7:42 Los hijos de Harim, mil diecisiete.
7:43 Levitas: los hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta
y cuatro.
7:44 Cantores: los hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho.
7:45 Porteros: Los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los
hijos de Acub, los hijos de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y ocho.
7:46 Sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos
de Tabaot,
7:47 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón,
7:48 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Salmai,
7:49 los hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos de Gahar,
7:50 los hijos de Reaía, los hijos de Rezín, los hijos de Necoda,
7:51 los hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paseah,
7:52 los hijos de Besai, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefisesim,
7:53 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur,
7:54 los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa,
7:55 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema,
7:56 los hijos de Nezía, y los hijos de Hatifa.
7:57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de
Soferet, los hijos de Perida,
7:58 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel,
7:59 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim,
los hijos de Amón.
7:60 Todos los sirvientes del templo e hijos de los
siervos de Salomón, trescientos noventa y dos.
7:61 Y estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer,
los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni
su genealogía, si eran de Israel:
7:62 los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda,
seiscientos cuarenta y dos.
7:63 Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de
Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas.
7:64 Estos buscaron su registro de genealogías, y no se halló; y fueron
excluidos del sacerdocio,
7:65 y les dijo el gobernador que no comiesen de las cosas más santas, hasta
que hubiese sacerdote con Urim y Tumim.
7:66 Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta,
7:67 sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete;
y entre ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras.
7:68 Sus caballos, setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y
cinco;
7:69 camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos
veinte.
7:70 Y algunos de los cabezas de familias dieron ofrendas
para la obra. El gobernador dio para el tesoro mil
dracmas de oro, cincuenta tazones, y quinientas treinta vestiduras
sacerdotales.
7:71 Los cabezas de familias dieron para el tesoro de la obra
veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas libras de plata.
7:72 Y el resto del pueblo dio veinte mil dracmas de
oro, dos mil libras de plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales.
7:73 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel, en sus
ciudades.
Capítulo 8
Esdras lee la ley al pueblo
Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades;
8:1 y se juntó todo el pueblo como
un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y
dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual
Jehová había dado a Israel.
8:2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de
hombres como de mujeres y de todos los que podían
entender, el primer día del mes séptimo.
8:3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las
Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia
de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el
pueblo estaban atentos al libro de la ley.
8:4 Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para
ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su
mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum,
Hasbadana, Zacarías y Mesulam.
8:5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el
pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el
pueblo estuvo atento.
8:6 Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y
todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus
manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.
8:7 Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías,
Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y
el pueblo estaba atento en su lugar.
8:8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y
ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
8:9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que
hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová
nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque
todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.
8:10 Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones
a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os
entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.
8:11 Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo: Callad,
porque es día santo, y no os entristezcáis.
8:12 Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a
gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían
enseñado.
8:13 Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el
pueblo, sacerdotes y levitas, a Esdras el escriba,
para entender las palabras de la ley.
8:14 Y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés,
que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes
séptimo;
8:15 y que hiciesen saber, y pasar pregón por todas sus ciudades y por
Jerusalén, diciendo: Salid al monte, y traed ramas de olivo, de olivo
silvestre, de arrayán, de palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer
tabernáculos, como está escrito.
8:16 Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron tabernáculos, cada uno
sobre su terrado, en sus patios, en los patios de la casa de Dios, en la plaza
de la puerta de las Aguas, y en la plaza de la puerta de Efraín.
8:17 Y toda la congregación que volvió de la cautividad hizo
tabernáculos, y en tabernáculos habitó; porque desde los días de Josué hijo de
Nun hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande.
8:18 Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada día, desde el primer día
hasta el último; e hicieron la fiesta solemne por siete días, y el octavo día
fue de solemne asamblea, según el rito.
Capítulo 9
Esdras confiesa los pecados de Israel
9:1 El día veinticuatro del
mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, y con cilicio y tierra
sobre sí.
9:2 Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos
los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de
sus padres.
9:3 Y puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley de Jehová su Dios
la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a
Jehová su Dios.
9:4 Luego se levantaron sobre la grada de los levitas, Jesúa, Bani, Cadmiel,
Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani, y clamaron en voz alta a Jehová su
Dios.
9:5 Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías,
Sebanías y Petaías: Levantaos, bendecid a Jehová vuestro Dios desde la
eternidad hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre
toda bendición y alabanza.
9:6 Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con
todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella,
los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los
ejércitos de los cielos te adoran.
9:7 Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de
los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham;
9:8 y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él para darle
la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del
gergeseo, para darla a su descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres
justo.
9:9 Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de
ellos en el Mar Rojo;
9:10 e hiciste señales y maravillas contra Faraón, contra todos sus siervos, y
contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías que habían procedido con
soberbia contra ellos; y te hiciste nombre grande, como en este día.
9:11 Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él en seco; y a
sus perseguidores echaste en las profundidades, como
una piedra en profundas aguas.
9:12 Con columna de nube los guiaste de día, y con columna de
fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de ir.
9:13 Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el
cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos
buenos,
9:14 y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu
siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley.
9:15 Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed
les sacaste aguas de la peña; y les dijiste que entrasen a poseer la tierra,
por la cual alzaste tu mano y juraste que se la darías.
9:16 Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios, y
endurecieron su cerviz, y no escucharon tus mandamientos.
9:17 No quisieron oír, ni se acordaron de tus
maravillas que habías hecho con ellos; antes endurecieron su cerviz, y en su
rebelión pensaron poner caudillo para volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la
ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste.
9:18 Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición y dijeron: Este es tu
Dios que te hizo subir de Egipto; y cometieron grandes
abominaciones,
9:19 tú, con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el
desierto. La columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el
camino, ni de noche la columna de fuego, para
alumbrarles el camino por el cual habían de ir.
9:20 Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su
boca, y agua les diste para su sed.
9:21 Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron
necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon
sus pies.
9:22 Y les diste reinos y pueblos, y los repartiste por distritos; y poseyeron
la tierra de Sehón, la tierra del rey de Hesbón, y la
tierra de Og rey de Basán.
9:23 Multiplicaste sus hijos como las estrellas del
cielo, y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus padres que
habían de entrar a poseerla.
9:24 Y los hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante de ellos
a los moradores del país, a los cananeos, los cuales
entregaste en su mano, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para que
hiciesen de ellos como quisieran.
9:25 Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y
heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y
muchos árboles frutales; comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran
bondad.
9:26 Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras
sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para
convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones.
9:27 Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, los
cuales los afligieron. Pero en el tiempo de su
tribulación clamaron a ti, y tú desde los cielos los oíste; y según tu gran
misericordia les enviaste libertadores para que los salvasen de mano de sus
enemigos.
9:28 Pero una vez que tenían paz, volvían a hacer lo
malo delante de ti, por lo cual los abandonaste en mano de sus enemigos que los
dominaron; pero volvían y clamaban otra vez a ti, y tú desde los cielos los
oías y según tus misericordias muchas veces los libraste.
9:29 Les amonestaste a que se volviesen a tu ley; mas ellos
se llenaron de soberbia, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra
tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá; se rebelaron,
endurecieron su cerviz, y no escucharon.
9:30 Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por
medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano
de los pueblos de la tierra.
9:31 Mas por tus muchas misericordias no los consumiste, ni
los desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso.
9:32 Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, temible, que guardas el
pacto y la misericordia, no sea tenido en poco delante de ti todo el
sufrimiento que ha alcanzado a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros
sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo, desde
los días de los reyes de Asiria hasta este día.
9:33 Pero tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros; porque
rectamente has hecho, mas nosotros hemos hecho lo malo.
9:34 Nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros
sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu ley, ni atendieron a tus
mandamientos y a tus testimonios con que les amonestabas.
9:35 Y ellos en su reino y en tu mucho bien que les diste, y en la tierra
espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos, no te
sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras.
9:36 He aquí que hoy somos siervos; henos aquí, siervos en la
tierra que diste a nuestros padres para que comiesen su fruto y su bien.
9:37 Y se multiplica su fruto para los reyes que has
puesto sobre nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre
nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad, y estamos
en grande angustia.
Pacto del pueblo, de guardar la ley
9:38 A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la
escribimos, firmada por nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros
sacerdotes.
Capítulo 10
10:1 Los que firmaron fueron: Nehemías el
gobernador, hijo de Hacalías, y Sedequías,
10:2 Seraías, Azarías, Jeremías,
10:3 Pasur, Amarías, Malquías,
10:4 Hatús, Sebanías, Maluc,
10:5 Harim, Meremot, Obadías,
10:6 Daniel, Ginetón, Baruc,
10:7 Mesulam, Abías, Mijamín,
10:8 Maazías, Bilgai y Semaías; éstos eran sacerdotes.
10:9 Y los levitas: Jesúa hijo de Azanías, Binúi de los hijos de Henadad,
Cadmiel,
10:10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Hanán,
10:11 Micaía, Rehob, Hasabías,
10:12 Zacur, Serebías, Sebanías,
10:13 Hodías, Bani y Beninu.
10:14 Los cabezas del pueblo: Paros, Pahat-moab, Elam, Zatu, Bani,
10:15 Buni, Azgad, Bebai,
10:16 Adonías, Bigvai, Adín,
10:17 Ater, Ezequías, Azur,
10:18 Hodías, Hasum, Bezai,
10:19 Harif, Anatot, Nebai,
10:20 Magpías, Mesulam, Hezir,
10:21 Mesezabeel, Sadoc, Jadúa,
10:22 Pelatías, Hanán, Anaías,
10:23 Oseas, Hananías, Hasub,
10:24 Halohes, Pilha, Sobec,
10:25 Rehum, Hasabna, Maasías,
10:26 Ahías, Hanán, Anán,
10:27 Maluc, Harim y Baana.
10:28 Y el resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, los
sirvientes del templo, y todos los que se habían apartado de los pueblos de las
tierras a la ley de Dios, con sus mujeres, sus hijos e hijas, todo el que tenía
comprensión y discernimiento,
10:29 se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar
que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que
guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová
nuestro Señor.
10:30 Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni tomaríamos sus hijas para nuestros hijos.
10:31 Asimismo, que si los pueblos de la tierra trajesen a vender mercaderías y
comestibles en día de reposo, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en otro
día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra, y
remitiríamos toda deuda.
10:32 Nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir cada año con la
tercera parte de un siclo para la obra de la casa de nuestro Dios;
10:33 para el pan de la proposición y para la ofrenda continua, para el
holocausto continuo, los días de reposo, las nuevas lunas, las festividades, y
para las cosas santificadas y los sacrificios de expiación por el pecado de
Israel, y para todo el servicio de la casa de nuestro Dios.
10:34 Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas y el pueblo, acerca
de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa de nuestro Dios, según las
casas de nuestros padres, en los tiempos determinados cada año, para quemar
sobre el altar de Jehová nuestro Dios, como está escrito en la ley.
10:35 Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de nuestra
tierra, y las primicias del fruto de todo árbol.
10:36 Asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros ganados, como
está escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y
de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en
la casa de nuestro Dios;
10:37 que traeríamos también las primicias de nuestras masas, y nuestras
ofrendas, y del fruto de todo árbol, y del vino y del aceite, para los
sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra
tierra para los levitas; y que los levitas recibirían las décimas de nuestras
labores en todas las ciudades;
10:38 y que estaría el sacerdote hijo de Aarón con los levitas, cuando los
levitas recibiesen el diezmo; y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo
a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro.
10:39 Porque a las cámaras del tesoro han de llevar los hijos de Israel y los
hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino y del aceite; y allí estarán los
utensilios del santuario, y los sacerdotes que ministran, los porteros y los
cantores; y no abandonaremos la casa de nuestro Dios.
Capítulo 11
Los habitantes de Jerusalén
11:1 Habitaron los jefes del
pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de
cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes
en las otras ciudades.
11:2 Y bendijo el pueblo a todos los varones que
voluntariamente se ofrecieron para morar en Jerusalén.
11:3 Estos son los jefes de la provincia que moraron en Jerusalén; pero en las
ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión, en sus ciudades; los
israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes del templo y los hijos de
los siervos de Salomón.
11:4 En Jerusalén, pues, habitaron algunos de los hijos de
Judá y de los hijos de Benjamín. De los hijos de Judá: Ataías hijo de
Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalaleel,
de los hijos de Fares,
11:5 y Maasías hijo de Baruc, hijo de Colhoze, hijo de Hazaías, hijo de Adaías,
hijo de Joiarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloni.
11:6 Todos los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron cuatrocientos
sesenta y ocho hombres fuertes.
11:7 Estos son los hijos de Benjamín: Salú hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo
de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo de Jesaías
11:8 Y tras él Gabai y Salai, novecientos veintiocho.
11:9 Y Joel hijo de Zicri era el prefecto de ellos, y Judá
hijo de Senúa el segundo en la ciudad.
11:10 De los sacerdotes: Jedaías hijo de Joiarib, Jaquín,
11:11 Seraías hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot,
hijo de Ahitob, príncipe de la casa de Dios,
11:12 y sus hermanos, los que hacían la obra de la casa, ochocientos veintidós;
y Adaías hijo de Jeroham, hijo de Pelalías, hijo de Amsi, hijo de Zacarías,
hijo de Pasur, hijo de Malquías,
11:13 y sus hermanos, jefes de familias, doscientos cuarenta y dos; y Amasai
hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo de Mesilemot, hijo de Imer,
11:14 y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho, el jefe de los
cuales era Zabdiel hijo de Gedolim.
11:15 De los levitas: Semaías hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías,
hijo de Buni;
11:16 Sabetai y Jozabad, de los principales de los levitas, capataces de la
obra exterior de la casa de Dios;
11:17 y Matanías hijo de Micaía, hijo de Zabdi, hijo de Asaf, el principal, el
que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración;
Bacbuquías el segundo de entre sus hermanos; y Abda hijo de Samúa, hijo de
Galal, hijo de Jedutún.
11:18 Todos los levitas en la santa ciudad eran doscientos
ochenta y cuatro.
11:19 Los porteros, Acub, Talmón y sus hermanos, guardas en
las puertas, ciento setenta y dos.
11:20 Y el resto de Israel, de los sacerdotes y de los
levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad.
11:21 Los sirvientes del templo habitaban en Ofel; y
Ziha y Gispa tenían autoridad sobre los sirvientes del templo.
11:22 Y el jefe de los levitas en Jerusalén era Uzi hijo de
Bani, hijo de Hasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaía, de los hijos de Asaf,
cantores, sobre la obra de la casa de Dios.
11:23 Porque había mandamiento del rey acerca de
ellos, y distribución para los cantores para cada día.
11:24 Y Petaías hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera hijo de Judá, estaba
al servicio del rey en todo negocio del pueblo.
Lugares habitados fuera de Jerusalén
11:25 Tocante a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos de Judá
habitaron en Quiriat-arba y sus aldeas, en Dibón y sus aldeas, en Jecabseel y
sus aldeas,
11:26 en Jesúa, Molada y Bet-pelet,
11:27 en Hazar-sual, en Beerseba y sus aldeas,
11:28 en Siclag, en Mecona y sus aldeas,
11:29 en En-rimón, en Zora, en Jarmut,
11:30 en Zanoa, en Adulam y sus aldeas, en Laquis y sus tierras, y en Azeca y
sus aldeas. Y habitaron desde Beerseba hasta el valle de
Hinom.
11:31 Y los hijos de Benjamín habitaron desde Geba, en Micmas, en Aía, en
Bet-el y sus aldeas,
11:32 en Anatot, Nob, Ananías,
11:33 Hazor, Ramá, Gitaim,
11:34 Hadid, Seboim, Nebalat,
11:35 Lod, y Ono, valle de los artífices;
11:36 y algunos de los levitas, en los repartimientos de Judá y de Benjamín.
Capítulo 12
Sacerdotes y levitas
12:1 Estos son los sacerdotes y levitas que
subieron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa: Seraías, Jeremías,
Esdras,
12:2 Amarías, Maluc, Hatús,
12:3 Secanías, Rehum, Meremot,
12:4 Iddo, Gineto, Abías,
12:5 Mijamín, Maadías, Bilga,
12:6 Semaías, Joiarib, Jedaías,
12:7 Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Estos eran los príncipes
de los sacerdotes y sus hermanos en los días de Jesúa.
12:8 Y los levitas: Jesúa, Binúi, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con
sus hermanos oficiaba en los cantos de alabanza.
12:9 Y Bacbuquías y Uni, sus hermanos, cada cual en su
ministerio.
12:10 Jesúa engendró a Joiacim, y Joiacim engendró a Eliasib, y Eliasib
engendró a Joiada;
12:11 Joiada engendró a Jonatán, y Jonatán engendró a Jadúa.
12:12 Y en los días de Joiacim los sacerdotes jefes de familias fueron: de
Seraías, Meraías; de Jeremías, Hananías;
12:13 de Esdras, Mesulam; de Amarías, Johanán;
12:14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José;
12:15 de Harim, Adna; de Meraiot, Helcai;
12:16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulam;
12:17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías, Piltai;
12:18 de Bilga, Samúa; de Semaías, Jonatán;
12:19 de Joiarib, Matenai; de Jedaías, Uzi;
12:20 de Salai, Calai; de Amoc, Eber;
12:21 de Hilcías, Hasabías; de Jedaías, Natanael.
12:22 Los levitas en días de Eliasib, de Joiada, de Johanán y
de Jadúa fueron inscritos por jefes de familias; también los sacerdotes, hasta
el reinado de Darío el persa.
12:23 Los hijos de Leví, jefes de familias, fueron inscritos
en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib.
12:24 Los principales de los levitas: Hasabías, Serebías, Jesúa hijo de
Cadmiel, y sus hermanos delante de ellos, para alabar y dar gracias, conforme
al estatuto de David varón de Dios, guardando su turno.
12:25 Matanías, Bacbuquías, Obadías, Mesulam, Talmón y Acub,
guardas, eran porteros para la guardia a las entradas de las puertas.
12:26 Estos fueron en los días de Joiacim hijo de Jesúa, hijo de Josadac, y en
los días del gobernador Nehemías y del sacerdote
Esdras, escriba.
Dedicación del muro
12:27 Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos
sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con
alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras.
12:28 Y fueron reunidos los hijos de los cantores, así de la región alrededor
de Jerusalén como de las aldeas de los netofatitas;
12:29 y de la casa de Gilgal, y de los campos de Geba y de Azmavet; porque los
cantores se habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén.
12:30 Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y
purificaron al pueblo, y las puertas, y el muro.
12:31 Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros
grandes que fueron en procesión; el uno a la derecha, sobre el muro, hacia la
puerta del Muladar.
12:32 E iba tras de ellos Osaías con la mitad de los príncipes de Judá,
12:33 y Azarías, Esdras, Mesulam,
12:34 Judá y Benjamín, Semaías y Jeremías.
12:35 Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías hijo de
Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur,
hijo de Asaf;
12:36 y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y
Hanani, con los instrumentos musicales de David varón de Dios; y el escriba
Esdras delante de ellos.
12:37 Y a la puerta de la Fuente, en frente de ellos, subieron por las gradas
de la ciudad de David, por la subida del muro, desde
la casa de David hasta la puerta de las Aguas, al oriente.
12:38 El segundo coro iba del lado opuesto, y yo en pos de él, con la mitad del
pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos hasta el muro ancho;
12:39 y desde la puerta de Efraín hasta la puerta Vieja y a la puerta del
Pescado, y la torre de Hananeel, y la torre de Hamea, hasta la puerta de las
Ovejas; y se detuvieron en la puerta de la Cárcel.
12:40 Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios; y yo, y la mitad de los
oficiales conmigo,
12:41 y los sacerdotes Eliacim, Maaseías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías
y Hananías, con trompetas;
12:42 y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Y los
cantores cantaban en alta voz, e Izrahías era el
director.
12:43 Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque
Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las
mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos.
Porciones para sacerdotes y levitas
12:44 En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de
las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los
ejidos de las ciudades, las porciones legales para los sacerdotes y levitas;
porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que
servían.
12:45 Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio de la expiación, como también los cantores y los porteros, conforme al
estatuto de David y de Salomón su hijo.
12:46 Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había un director de cantores para los cánticos y alabanzas y
acción de gracias a Dios.
12:47 Y todo Israel en días de Zorobabel y en días de Nehemías daba alimentos a
los cantores y a los porteros, cada cosa en su día; consagraban asimismo sus
porciones a los levitas, y los levitas consagraban parte a los hijos de Aarón.
Capítulo 13
Reformas de Nehemías
13:1 Aquel día se leyó
en el libro de Moisés, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los
amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios,
13:2 por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua,
sino que dieron dinero a Balaam para que los maldijera; mas nuestro Dios volvió
la maldición en bendición.
13:3 Cuando oyeron, pues, la ley, separaron de Israel a todos
los mezclados con extranjeros.
13:4 Y antes de esto el sacerdote Eliasib, siendo jefe de la cámara de la casa
de nuestro Dios, había emparentado con Tobías,
13:5 y le había hecho una gran cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas,
el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y del aceite, que
estaba mandado dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda
de los sacerdotes.
13:6 Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos
de Artajerjes rey de Babilonia fui al rey; y al cabo de algunos días pedí
permiso al rey
13:7 para volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que había hecho Eliasib
por consideración a Tobías, haciendo para él una cámara en los atrios de la
casa de Dios.
13:8 Y me dolió en gran manera; y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías
fuera de la cámara,
13:9 y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí los utensilios de la
casa de Dios, las ofrendas y el incienso.
13:10 Encontré asimismo que las porciones para los levitas no
les habían sido dadas, y que los levitas y cantores que hacían el servicio
habían huido cada uno a su heredad.
13:11 Entonces reprendí a los oficiales, y dije: ¿Por qué está la casa de Dios abandonada?
Y los reuní y los puse en sus puestos.
13:12 Y todo Judá trajo el diezmo del grano, del vino
y del aceite, a los almacenes.
13:13 Y puse por mayordomos de ellos al sacerdote Selemías y
al escriba Sadoc, y de los levitas a Pedaías; y al servicio de ellos a Hanán
hijo de Zacur, hijo de Matanías; porque eran tenidos por fieles, y ellos tenían
que repartir a sus hermanos.
13:14 Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y no
borres mis misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio.
13:15 En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de
reposo, y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas,
de higos y toda suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo; y
los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones.
13:16 También había en la ciudad tirios que traían pescado y
toda mercadería, y vendían en día de reposo a los hijos de Judá en Jerusalén.
13:17 Y reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué mala cosa es esta que
vosotros hacéis, profanando así el día de reposo?
13:18 ¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo?
13:19 Sucedió, pues, que cuando iba oscureciendo a las puertas de Jerusalén
antes del día de reposo, dije que se cerrasen las
puertas, y ordené que no las abriesen hasta después del día de reposo; y puse a
las puertas algunos de mis criados, para que en día de reposo no introdujeran
carga.
13:20 Y se quedaron fuera de Jerusalén una y dos veces los
negociantes y los que vendían toda especie de mercancía.
13:21 Y les amonesté y les dije: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré
mano. Desde entonces no vinieron en día de reposo.
13:22 Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas,
para santificar el día del reposo. También
por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu
misericordia.
13:23 Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían
tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas;
13:24 y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían
hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo.
13:25 Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les
arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a
sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros
mismos.
13:26 ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien
que en muchas naciones no hubo rey como él, que era
amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le
hicieron pecar las mujeres extranjeras.
13:27 ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este
mal tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?
13:28 Y uno de los hijos de Joiada hijo del sumo
sacerdote Eliasib era yerno de Sanbalat horonita; por tanto, lo ahuyenté de mí.
13:29 Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y
el pacto del sacerdocio y de los levitas.
13:30 Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas
por sus grupos, a cada uno en su servicio;
13:31 y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las
primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien.